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Acto de equilibrio

Extraído del libro "Tónico para el alma" de Osho.

Los lados izquierdo y derecho de tu cerebro funcionan de manera separada. En todos funcionan así, pero cuando la meditación ha penetrado profundamente, la separación y la diferencia pueden exagerarse.

Siéntate en silencio y presiona los ojos. Presiona los globos oculares hasta que empieces a ver luces. No lastimes los ojos demasiado, pero puedes lastimarlos un poco.

Simplemente mira esas luces. Eso ajustará muchas cosas.

Presiona los ojos durante cuatro o cinco minutos y después relájalos durante cinco minutos, después vuelve a presionar. Hazlo durante cuarenta minutos y después échales agua fría. Cierra los ojos y siente la frescura.

Hazlo durante quince días. Este ejercicio ajustará muchas cosas en el cerebro y te sentirás muy bien y sano.

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Citas Célebres

Es más vergonzoso desconfiar de los amigos
que ser engañado por ellos.
La Rochefoucauld

Ama hasta que te duela.
Si te duele es buena señal.
Madre Teresa de Calcuta - Misionera yugoslava nacionalizada india.

Cuando mi voz calle con la muerte,
mi corazón te seguirá hablando.
Rabindranath Tagore - Filósofo y escritor indio.

Quien habla mal de mí a mis espaldas
mi culo contempla.
Winston Churchill - Político británico.

Lo que hoy siente tu corazón,
mañana lo entenderá tu cabeza.
Anónimo

Amistad que acaba no había comenzado.
Publio Siro- Publius o Publilius Syrus. - Poeta dramático romano

Amar no es solamente querer,
es sobre todo comprender.
Françoise Sagan - Escritora francesa.

Todos somos muy ignorantes.
Lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas.
Albert Einstein - Científico estadounidense de origen alemán.

Nunca desistas de un sueño.
Sólo trata de ver las señales que te lleven a él.
Paulo Coelho - Escritor brasileño.

Si los que hablan mal de mí
supieran exactamente lo que yo pienso de ellos,
hablarían peor.
Sacha Guitry - Director, actor y guionista ruso.

Lo más ofensivo que pueda lanzarte a la cara tu peor enemigo
no se compara con lo que tus amigos más íntimos hablan de ti a tus espaldas.
Louis Charles Alfred de Musset - Poeta francés.

El mal no es lo que entra en la boca del hombre,
sino lo que sale de ella.
Jesucristo - Fundador del cristianismo.

La probabilidad de hacer mal se encuentra cien veces al día;
la de hacer bien una vez al año.
Refrán

El mundo no está en peligro por las malas personas
sino por aquellas que permiten la maldad.
Albert Einstein - Científico estadounidense de origen alemán.

Cuando mejor es uno,
tanto más difícilmente llega a sospechar de la maldad de los otros.
Marco Tulio Cicerón - Escritor, orador y político romano.

Quien no castiga el mal,
ordena que se haga.
Leonardo Da Vinci - Pintor, escultor e inventor italiano.

El que te habla de los defectos de los demás,
con los demás hablará de los tuyos.
Denis Diderot.

Las críticas a los demás son una falta de educación y
una característica poco apreciada socialmente.

Asi como hay un arte de bien hablar,
existe un arte de bien escuchar.
Epicteto.

La cosa más difícil es conocernos a nosotros mismos;
la más fácil es hablar mal de los demás.
Tales de Mileto.

Si hablas mal,
se hablará de ti peor.
Hesiodo.

Los comentarios negativos son como un boomerang,
se suelen volver contra uno.

Es una enorme desgracia no tener talento para hablar bien,
ni la sabiduría necesaria para cerrar la boca.
Jean de la Bruyere.

Muchas personas saben hablar bien pero no saben callar a tiempo.
Es tan importante una cosa como la otra.

Si los hombres se limitaran a hablar solamente de lo que entienden,
apenas hablarían.
Arturo Graff.

Las simpatías entre las personas suelen ser mutuas.
La antipatía suele ser un sentimiento bastante recíproco.

Nuestros padres nos han enseñado a hablar y el mundo a callar.
Proverbio checo.

Es duro reconocer que no todo el mundo sabe de todo.
Un silencio a tiempo es una gran victoria.

Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para aprender a callar.
Ernest Hemingway.

Hablar sabe todo el mundo.
Callar a tiempo solo unos pocos.

Es tan importante hablar cuando se debe,
como hablar de lo que se conoce.
Hablar por hablar puede demostrar una gran ignorancia.

Ponte a hablar cuando estés encolerizado
y pronunciarás el mejor discurso del que alguna vez te hayas arrepentido.
Anónimo.

Hay que escuchar a la razón,
pero dejar hablar al sentimiento.
Roberto Ricci.

Generalmente siempre habla el que más tiene que callar.
Es una maniobra disuatoria, para que nadie se fije o hable de ellos.

Lo pasado ha huido,
lo que esperas está ausente,
pero el presente es tuyo.
Proverbio árabe

Este es el primer precepto de la amistad;
pedir a los amigos sólo lo honesto,
y hacer por ellos sólo lo honesto.
Cicerón

Un egoísta es aquel sujeto que se empeña en hablarte de si mismo
cuando tú te estás muriendo de ganas de hablar de ti.
Jean Cocteau

A los 20 años nos preocupa lo que los demás piensan de nosotros.
A los 40, ya no nos importa.
A los 60 descubrimos que los demás no han pensado en nosotros en absoluto.
Jock Falkson

Ninguna cualidad procurará a un hombre más amigos
que la buena disposición para admirar las cualidades de los demás.
James Boswell

Una amistad noble es una obra maestra a dúo.
Paul Bourget

Haced bien a vuestros amigos y enemigos,
porqué así conservaréis los unos y os será posible atraer a los otros.
Cleóbulo

Es amigo mío aquel que me socorre,
no el que me compadece.
Thomas Fuller

La peor moneda con que se puede pagar al amigo son los consejos;
la única moneda buena son las ayudas.
Ferdinando Galiani

Dedicamos más tiempo a hablar de nuestros enemigos
que a hablar bien de nuestros amigos.
M. Lenoir

Un amigo fiel es un refugio seguro,
el que lo encuentra halla un tesoro.
Libro de Sirácida 6,14

La venganza más cruel es el desprecio de toda venganza posible.
Johann Wolfgang Von Goethe

La venganza es sólo un placer de las pequeñas almas.
Juvenal

En la venganza el más débil es siempre más feroz.
Honoré de Balzac

Una persona que quiere venganza guarda sus heridas abiertas.
Francis Bacon

El que amenaza, pierda la ocasión de la venganza.
La ignorancia es la madre de todos los crímenes.
Honoré de Balzac

He perdido la comodidad de la ignorancia.
Michael Allred

El primer paso de la ignorancia es presumir de saber.
Baltasar Gracián

Lo poco que sé es fruto de mi ignorancia.
Sacha Guitry

La ignorancia es atrevida.
Domingo Faustino Sarmiento

Torpe pérdida es la que por negligencia se hace.
Séneca

Todo lo que se ignora,
se desprecia.
Antonio Machado

¿qué es lo que desprecias? por ello serás conocido.
Frank Herbert

El desprecio del pasado es signo de ignorancia o miedo.
Hugo Ojetti

El que nada duda, nada sabe.
Proverbio Griego

Es menos malo agitarse en la duda que descansar en el error.
Alessandro Manzoni

Duda cuanto quieras,
pero no dejes de actuar.
Antonio Buero Vallejo

La duda es uno de los nombres de la inteligencia.
Jorge Luis Borges

Quien al escoger,
mucho titubea,
lo peor se lleva.
Refrán

Dudar de si mismo es la primera señal de inteligencia.
Hugo Ojetti

Los que no conocen el mal no tienen sospechas.
Ben Johnson

El ignorante afirma,
el sabio duda y reflexiona.
Aristóteles

Castiga a los que te envidian haciéndoles el bien.
Proverbio Arabe

La envidia hace muecas,
no se ríe.
Lord Byron

La envidia silenciosa crece en el silencio.
Friedrich Nietzsche

La envidia es el adversario de los afortunados.
Epicteto

La ignorancia puede ser curada pero la estupidez es eterna.
Matt Artson

La estupidez es el talento para la equivocación.
Edgar allan Poe

La maldad no es algo sobrehumano,
es algo menos que humano.
Agatha Christie

Se puede confiar en las malas personas. . . No cambian jamás.
William Faulkner

Maldad es no dejar el beneficio a merced del que lo hace.
Séneca

La malicia,
hace sucias las cosas limpias.
Refrán

En la malicia el arrogante coincide con el débil.
Friedrich Nietzsche

Si te enfadas,
piensa en las consecuencias.
Confucio

El medio para hacer cambiar de opinión es el afecto, no la ira.
Dalai Lama

Arrojo nos da la ira.
Séneca

Conocer a los demás es sabiduría.
Conocerse a sí mismo iluminación.
Vencer a los demás requiere fuerza.
Vencerse a sí mismo requiere fortaleza.

¿Quieres ser rico? Pues no te afanes en aumentar tus bienes,
sino en disminuir tu codicia.
Epicuro de Samos.

Con el puño cerrado no se puede dar un apretón de manos.
Indira Ghandi.

Es curioso que la vida, cuando más vacia, más pesa.
León Daudí.


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El Temido Enemigo

Había una vez, en un reino muy lejano y perdido, un rey al que le gustaba sentirse poderoso. Su deseo de poder no se satisfacía sólo con tenerlo, él, necesitaba además, que todos lo admiraran por ser poderoso, así como la madrastra de Blanca Nieves no le alcanzaba con verse bella, también él necesitaba mirarse en un espejo que le dijera lo poderoso que era.
Él no tenía espejos mágicos, pero contaba con un montón de cortesanos y sirvientes a su alrededor a quienes preguntarle si él, era el más poderoso del reino.
Invariablemente todos le decían lo mismo:
- Alteza, eres muy poderoso, pero tú sabes que el mago tiene un poder que nadie posee: Él, él conoce el futuro.
(En aquel tiempo, alquimistas, filósofos, pensadores, religiosos y místicos eran llamados, genéricamente “magos”).
El rey estaba muy celoso del mago del reino pues aquel no sólo tenía fama de ser un hombre muy bueno y generoso, sino que además, el pueblo entero lo amaba, lo admiraba y festejaba que él existiera y viviera allí.
No decían lo mismo del rey.
Quizás porque necesitaba demostrar que era él quien mandaba, el rey no era justo, ni ecuánime, y mucho menos bondadoso.
Un día, cansado de que la gente le contara lo poderoso y querido que era el mago o motivado por esa mezcla de celos y temores que genera la envidia, el rey urdió un plan:
Organizaría una gran fiesta a la cual invitaría al mago y después la cena, pediría la atención de todos. Llamaría al mago al centro del salón y delante de los cortesanos, le preguntaría si era cierto que sabía leer el futuro. El invitado, tendría dos posibilidades: decir que no, defraudando así la admiración de los demás, o decir que sí, confirmando el motivo de su fama. El rey estaba seguro de que escogería la segunda posibilidad. Entonces, le pediría que le dijera la fecha en la que el mago del reino iba a morir. Éste daría una respuesta, un día cualquiera, no importaba cuál. En ese mismo momento, planeaba el rey, sacar su espada y matarlo. Conseguiría con esto dos cosas de un solo golpe: la primera, deshacerse de su enemigo para siempre; la segunda, demostrar que el mago no había podido adelantarse al futuro, y que se había equivocado en su predicción. Se acabaría, en una sola noche. El mago y el mito de sus poderes...
Los preparativos se iniciaron enseguida, y muy pronto el día del festejo llegó...
...Después de la gran cena. El rey hizo pasar al mago al centro y ante le silencio de todos le preguntó:
- ¿Es cierto que puedes leer el futuro?
- Un poco – dijo el mago.
- ¿Y puedes leer tu propio futuro, preguntó el rey?
- Un poco – dijo el mago.
- Entonces quiero que me des una prueba - dijo el rey -
¿Qué día morirás?. ¿Cuál es la fecha de tu muerte?
El mago se sonrió, lo miró a los ojos y no contestó.
- ¿Qué pasa mago? - dijo el rey sonriente -¿No lo sabes?... ¿no es cierto que puedes ver el futuro?
- No es eso - dijo el mago - pero lo que sé, no me animo a decírtelo.
- ¿Cómo que no te animas? - dijo el rey -... Yo soy tu soberano y te ordeno que me lo digas. Debes darte cuenta de que es muy importante para el reino, saber cuando perdemos a sus personajes más eminentes... Contéstame pues, ¿cuándo morirá el mago del reino?
Luego de un tenso silencio, el mago lo miró y dijo:
- No puedo precisarte la fecha, pero sé que el mago morirá exactamente un día antes que el rey...
Durante unos instantes, el tiempo se congeló. Un murmullo corrió por entre los invitados.
El rey siempre había dicho que no creía en los magos ni en las adivinaciones, pero lo cierto es que no se animó a matar al mago.
Lentamente el soberano bajó los brazos y se quedó en silencio...
Los pensamientos se agolpaban en su cabeza.
Se dio cuenta de que se había equivocado.
Su odio había sido el peor consejero.
- Alteza, te has puesto pálido. ¿Qué te sucede? – preguntó el invitado.
- Me siento mal - contestó el monarca – voy a ir a mi cuarto, te agradezco que hayas venido.
Y con un gesto confuso giró en silencio encaminándose a sus habitaciones...
El mago era astuto, había dado la única respuesta que evitaría su muerte.
¿Habría leído su mente?
La predicción no podía ser cierta. Pero... ¿Y si lo fuera?...
Estaba aturdido
Se le ocurrió que sería trágico que le pasara algo al mago camino a su casa.
El rey volvió sobre sus pasos, y dijo en voz alta:
- Mago, eres famoso en el reino por tu sabiduría, te ruego que pases esta noche en el palacio pues debo consultarte por la mañana sobre algunas decisiones reales.
- ¡Majestad!. Será un gran honor... – dijo el invitado con una reverencia.
El rey dio órdenes a sus guardias personales para que acompañaran al mago hasta las habitaciones de huéspedes en el palacio y para que custodiasen su puerta asegurándose de que nada pasara...
Esa noche el soberano no pudo conciliar el sueño. Estuvo muy inquieto pensando qué pasaría si el mago le hubiera caído mal la comida, o si se hubiera hecho daño accidentalmente durante la noche, o si, simplemente, le hubiera llegado su hora.
Bien temprano en la mañana el rey golpeó en las habitaciones de su invitado.
Él nunca en su vida había pensado en consultar ninguna de sus decisiones, pero esta vez, en cuánto el mago lo recibió, hizo la pregunta... necesitaba una excusa.
Y el mago, que era un sabio, le dio una respuesta correcta, creativa y justa.
El rey, casi sin escuchar la respuesta alabó a su huésped por su inteligencia y le pidió que se quedara un día más, supuestamente, para “consultarle” otro asunto... (obviamente, el rey sólo quería asegurarse de que nada le pasara).
El mago – que gozaba de la libertad que sólo conquistan los iluminados – aceptó...
Desde entonces todos los días, por la mañana o por la tarde, el rey iba hasta las habitaciones del mago para consultarlo y lo comprometía para una nueva consulta al día siguiente.
No pasó mucho tiempo antes de que el rey se diera cuenta de que los consejos de su nuevo asesor eran siempre acertados y terminara, casi sin notarlo, teniéndolos en cuenta en cada una de las decisiones.
Pasaron los meses y luego los años.
Y como siempre... estar cerca del que sabe vuelve el que no sabe, más sabio.
Así fue: el rey poco a poco se fue volviendo más y más justo.
Ya no era despótico ni autoritario. Dejó de necesitar sentirse poderoso, y seguramente por ello dejó de necesitar demostrar su poder.
Empezó a aprender que la humildad también podía ser ventajosa empezó a reinar de una manera más sabia y bondadosa.
Y sucedió que su pueblo empezó a quererlo, como nunca lo había querido antes.
El rey ya no iba a ver al mago investigando por su salud, iba realmente para aprender, para compartir una decisión o simplemente para charlar, porque el rey y el mago habían llegado a ser excelentes amigos.
Un día, a más de cuatro años de aquella cena, y sin motivo, el rey recordó.
Recordó aquel plan aquel plan que alguna vez urdió para matar a este su entonces más odiado enemigo
Y sé dio cuenta que no podía seguir manteniendo este secreto sin sentirse un hipócrita.
El rey tomó coraje y fue hasta la habitación del mago. Golpeó la puerta y apenas entró le dijo:
- Hermano, tengo algo que contarte que me oprime el pecho
- Dime – dijo el mago – y alivia tu corazón.
- Aquella noche, cuando te invité a cenar y te pregunté sobre tu muerte, yo no quería en realidad saber sobre tu futuro, planeaba matarte y frente a cualquier cosa que me dijeras, porque quería que tu muerte inesperada desmitificara para siempre tu fama de adivino. Te odiaba porque todos te amaban... Estoy tan avergonzado...
- Aquella noche no me animé a matarte y ahora que somos amigos, y más que amigos, hermanos, me aterra pensar lo que hubiera perdido si lo hubiese hecho.
Hoy he sentido que no puedo seguir ocultándote mi infamia.
Necesité decirte todo esto para que tú me perdones o me desprecies, pero sin ocultamientos.
El mago lo miró y le dijo:
- Has tardado mucho tiempo en poder decírmelo. Pero de todas maneras, me alegra, me alegra que lo hayas hecho, porque esto es lo único que me permitirá decirte que ya lo sabía. Cuando me hiciste la pregunta y bajaste tu mano sobre el puño de tu espada, fue tan clara tu intención, que no hacía falta adivino para darse cuenta de lo que pensabas hacer, - el mago sonrió y puso su mano en el hombro del rey. – Como justo pago a tu sinceridad, debo decirte que yo también te mentí... Te confieso hoy que inventé esa absurda historia de mi muerte antes de la tuya para darte una lección. Una lección que recién hoy estás en condiciones de aprender, quizás la más importante cosa que yo te haya enseñado nunca.
Vamos por el mundo odiando y rechazando aspectos de los otros y hasta de nosotros mismos que creemos despreciables, amenazantes o inútiles... y sin embargo, si nos damos tiempo, terminaremos dándonos cuenta de lo mucho que nos costaría vivir sin aquellas cosas que en un momento rechazamos.
Tu muerte, querido amigo, llegará justo, justo el día de tu muerte, y ni un minuto antes. Es importante que sepas que yo estoy viejo, y que mi día seguramente se acerca. No hay ninguna razón para pensar que tu partida deba estar atada a la mía. Son nuestras vidas las que se han ligado, no nuestras muertes.
El rey y el mago se abrazaron y festejaron brindando por la confianza que cada uno sentí en esta relación que habían sabido construir juntos...
Cuenta la leyenda... que misteriosamente... esa misma noche... el mago... murió durante el sueño.
El rey se enteró de la mala noticia a la mañana siguiente... y se sintió desolado.
No estaba angustiado por la idea de su propia muerte, había aprendido del mago a desapegarse hasta de su permanencia en el mundo.
Estaba triste, simplemente por la muerte de su amigo.
¿Qué coincidencia extraña había hecho que el rey pudiera contarle esto al mago justo la noche anterior a su muerte?.
Tal vez, tal vez de alguna manera desconocida el mago había hecho que él pudiera decirle esto para quitarle su fantasía de morirse un día después.
Un último acto de amor para librarlo de sus temores de otros tiempos...
Cuentan que el rey se levantó y que con sus propias manos cavó en el jardín, bajo su ventana, una tumba para su amigo, el mago.
Enterró allí su cuerpo y el resto del día se quedó al lado del montículo de tierra, llorando como se llora ante la pérdida de los seres queridos.
Y recién entrada la noche, el rey volvió a su habitación.
Cuenta la leyenda... que esa misma noche... veinticuatro horas después de la muerte del mago, el rey murió en su lecho mientras dormía... quizás de casualidad... quizás de dolor... quizás para confirmar la última enseñanza del maestro.

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