“La primera bofetada no me partió el labio, pero me hizo añicos el alma. Ahora, tras siete años en el infierno, vivo escondida en esta casa sin dirección, donde mujeres con las alas rotas nos mostramos, las unas a las otras, las fotos de nuestros hijos, fotos sin brillo de tanto acariciarlas y húmedas de tantas lágrimas que se han vertido sobre ellas, lágrimas derramadas por ojos cerrados a golpes, ojos que hace tiempo, mucho tiempo, perdieron su alegría.
Ahora, tras siete años en el silencio, me pregunto como pudo, quien una vez dijo quererme, convertirse en mi carcelero y torturador. Ahora, tras siete años de soledad, la pregunta sigue sin respuesta, solo tengo recuerdos, agrios como un aniversario sin flores o una casa sin risas, recuerdos que me queman el corazón, como los golpes y los insultos que me quemaban la piel y los sueños. Con gran esfuerzo, consigo sacar de entre esos sucios recuerdos, la temblorosa imagen de unos besos cálidos y sinceros, besos que duraron un año, solo un año, el amor nos duró un simple y fugaz año.
Cuando todo parecía eterno, unos gritos en la intimidad de una alcoba y una bofetada rápida y cruel, acabaron con las ilusiones, con el futuro. Esas manos, que durante siete años me han ido tatuando en la piel una historia de dolor y humillación, son las mismas que han acariciado a los dos hijos que la vida, con su mezcla de ironía y dulzura, me ha querido regalar.
Ahora, tras siete años de miradas desviadas y cómplices, decido que ya he tenido suficiente, suficiente miedo, suficiente desprecio, suficientes lágrimas derramadas por mis dos ángeles, suficientes suplicas de piedad, suficientes falsas promesas de cambio, suficientes golpes injustos, suficientes puertas cerradas a las dos de la madrugada, suficientes luces azules parpadeando en la noche, suficientes familiares excesivamente comprensivos, suficientes besos con sabor a sangre.
Ahora, tras siete años de dolor, la decisión llega de repente, llega con la primera bofetada que no cae sobre mi, sino sobre los que más quiero, una bofetada que me indica el camino como ninguna de las anteriores lo ha hecho, una bofetada que me ayuda a preparar una maleta llena de cuatro trapos y urgencia, una bofetada que me hace recordar de repente un numero de teléfono al que poder llamar pidiendo asilo y calor, una bofetada que pone fin a siete años de lágrimas y un año de amor”.
Santiago Pérez
2 comentarios:
No estás sol@, animo y fuerza para salir adelante, cuesta pero vale la pena. Un abrazo, tierno.
muy bueno...! Gracias por subir esto....mi mujer no me dio hijos...creo que nunca me quiso....me da bronca cuando veo a cada H.D.P. que maltrata y envilece a la que si se los dio...que hasta me enojo con Dios.Edgardo Surian
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